Más que indignada, cabreada.
Le tomo prestado el título de mi carta a Antonio Burgs. Soy una de esas jóvenes que podría haber estado en la Puerta del Sol estos días, pero no, no he estado.
Estoy viviendo esta "revolución" a través de lo que puedo leer en lo periódicos y en las redes sociales.
Vivo en París, y aquí también se manifiestan: en la Embajada española, en la Bastilla...
De repente ha surgido una fiebre revolucionaria no sé muy bien a cuento de qué. Conozco a mucha gente española qe ha estado allí durante esta semana y que se extraña de que yo no quiera participar.
Pues bien, no he querido participar por razones varias. La primera, porque cuando esto surgió no veía ni una idea clara ni nada organizado, sino más bien algo traído por los pelos y gente que se queja, pero que no sabe ni por qué.
No, yo no estoy indignada con España, estoy muy enfadada con el Gobierno, que es distinto.
Durante los últimos años a ninguno se le ha ocurrido manifestarse por las medidas que el Gobierno tomaba. Y decidenhcerlo ahora, pero yo me pregunto más bien: ¿qué propones tú para el cambio? Todos queremos una casa, y unabuena vida. Pero esas cosas no surgen del aire. Como decía Voltaire, "cada uno ha de ultivar su jardín". Y creo firmemente que el cambio empieza en uno mismo. Y que más que protestar deberíamos aprovechar las portuniades que se nos ofrecen.
Y ¿es esto realmente una revolución de los jóvenes indignados o una manifestación progre? Porque en todas estas mnifestaciones no he visto ni una bandera española, ni una ve3rdadera unión de la juventud -toda- del país. Sólo h visto miles de pancarta con los mismos lemas cansinos de siempre: "trabajo para todos", "casas dignas" y csas por el estilo.
Lo digo otra vez: ese no es un regalo que vaya a hcerte nadie, el futuro es una conquista, amigo.
Ana Ortiz Zaforas.
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